HACIA EL SER HUMANO – ACADEMIA DE IDIOMAS
ESCRITO POR: ACADEMIA SMART
En un mundo cada vez más conectado y donde la información es el motor de la sociedad hoy en día, se hace esencial una educación integral que permita poner el ser humano como el objetivo primordial.
No queremos con esto ubicar al ser humano en el centro de la dinámica de formación, sino al hecho de ser humano. El acto de educar implica necesariamente la presunción de un individuo inacabado, en el sentido menos hostil del término, por lo que de manera aparentemente contradictoria, se educa al individuo (ser humano) para que llegue a ser verdaderamente humano en una clara oposición biológica-ética.
Y es que la persona experimenta, por decirlo de alguna manera, dos nacimientos: el natural, cuando sale del vientre de su madre; y, a falta de una mejor palabra, el civil, cuando, en sus plenas facultades, logra superar sus limitantes naturales para devenir miembro funcional de la sociedad en la que nace. Incluso sin ahondar mucho en todo lo que este razonamiento implica, se puede intuir la importancia que tiene la educación en todas las sociedades a lo largo de la historia.
Ahora bien, siendo la persona un actor social, es importante que la educación cultive en ella un valor que muchas veces se desconoce o se pasa por alto: la otredad. Definida como la capacidad de adquirir la perspectiva del otro, ésta resulta importante para superar algunas de las dificultades inherentes a la convivencia en comunidad. Salirse de sí e intentar comprender el punto de vista del otro es además un ejercicio de crecimiento personal, ¿y qué mejor forma de hacer esto que con el uso del idioma? Pues bien, podemos darle voz a nuestros pensamientos e ideas y comunicárselos a los demás por medio de la lengua, y somos capaces de comprender al otro en gran parte gracias también a ella. En gran contraste con lo anterior, encontramos al filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein, quien dijo alguna vez: «Los límites de mi lengua son los límites de mi mundo». Wittgenstein se refería con esta desalentadora frase a que es la lengua la que da forma a nuestra propia visión del mundo y por tanto es ella también la que limita esta percepción; sin embargo, esto también quiere decir que las distintas lenguas representan diferentes visiones del mundo. Ante esto último, tenemos la alternativa de ampliar nuestras perspectivas gracias al aprendizaje de otra lengua; aprender a hablar y entender la lengua del otro es una forma eficiente de comprender su pensamiento, su idiosincrasia, su cultura; constituye también una forma aún más trascendental de crecimiento y concuerda ciertamente con la premisa con la que comenzamos este escrito, pues enseñar a ver el mundo desde otra humanidad es ciertamente humanizador.
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